Cuentos abiertos a la interpretación
Alumna: García Visconti Victoria Pilar
Los cuentos de Inés Garland me han tomado por sorpresa
en reiteradas ocasiones, cautivando notablemente mi atención e invitándome a
sumergirme en la lectura; la destreza narrativa con la que la autora aborda diversas
temáticas tornándolas atractivas e interesantes, me ha seducido e impulsado a
continuar leyendo sus líneas hasta el final. Los desenlaces de algunas historias
me han dejado con ganas de conocer aún sobre la trama que encierran, mientras otros
me han parecido un tanto confusos, inconclusos o ambiguos.
La mayoría de los relatos presentan una descripción
minuciosa de los hechos, escenas y personajes que - en ciertas oportunidades- dilatan
o demoran los sucesos de las historias. En cada uno de los cuentos, el grado de
importancia que el narrador/a les otorga a los acontecimientos que relata es
muy variado: ciertos narradores dan como presupuestos diversas cuestiones
mientras otros eligen ser más detallistas al momento de comentar las acciones,
pensamientos y emociones que atraviesan a los personajes.
El rayo verde es un cuento que hace alusión a
cuestiones que ocurren en la vida cotidiana y social tales como la virginidad, las
relaciones sexuales, los vínculos entre hombres con mujeres más chicas, la infidelidad,
etc; tópicos que le brindan al lector la posibilidad de adentrarse aún más en
la trama y generar una sutil cercanía con los personajes.
Los acontecimientos son narrados desde el punto de
vista de la protagonista (focalización interna), conociendo los acontecimientos
de la historia bajo su percepción; desde mi perspectiva, no resulta mera casualidad
que Garland haya situado una narradora protagonista pues justamente es ésta quien
mantiene un vínculo directo tanto con su padre como con su mejor amiga Ana,
situándose en el medio de la relación entre estos últimos.
A su vez, cabe destacar la utilización de la prolepsis
como recurso habilidoso por parte de la autora: desde el comienzo de la
historia, nos anticipa o revela indicios sobre sucesos que posteriormente
acontecen en la historia, provocando que el lector establezca ciertas hipótesis
de lectura que, a través del avance del relato, confirmará o rechazará.
Hacia el final de El
rayo verde, el ritmo narrativo cambia abruptamente: mientras el relato de
los primeros hechos del cuento se desarrolla minuciosamente, el desenlace abarca
a duras penas un único, aunque valioso párrafo. La omisión de lo que ocurre
tras aquellas vacaciones en las Salinas, puede ser tomado como un dato que debe
descifrar o imaginar el propio lector.
La cautiva presenta un narrador omnisciente que
le acerca al lector la mirada, los pensamientos y sentimientos que atraviesan
principalmente al personaje de Diana. Si bien es un cuento que aborda
cuestiones trascendentales vinculadas a la temática de género, la discriminación
y el prejuicio, tiene un final relativamente vago. Nuevamente la autora deja
puertas e incógnitas abiertas que quedan resonando en la mente del lector por
un buen rato.
Tras la lectura de La perra de tres dientes me
ha quedado la duda de si lo narrado ha sido un sueño de Marco o si verdaderamente
aconteció en la realidad. Quizás la incertidumbre que proporciona el desenlace
sea un efecto que la propia autora desea crear en su audiencia. La temática de
lo sexual se hace presente a lo largo de toda la trama bajo reiteradas descripciones
sobre los cuerpos, el deseo y la fantasía sexual del protagonista.
Nuevamente en Oscar, Garland hace uso de la
prolepsis u anticipación de hechos que van a contarse más tarde en la historia.
Sostengo que este recurso resulta fundamental para incentivar la lectura del
narratario. Al mismo tiempo, el cuento se torna moroso en determinados momentos
a causa del empleo de pausas descriptivas que, si bien favorecen a una mayor
comprensión del contexto social en el que transcurren los sucesos, implican un detenimiento
del relato sobre ciertas explicaciones prescindibles (desde mi punto de vista).
Nada que hacer me pareció un cuento sumamente cercano
a la cotidianeidad en lo que respecta al núcleo familiar, la relación madre-hija
y el vínculo con los hombres. Como lectora juvenil pude acercarme y empatizar
con la trama que encierra la historia. El uso de un narrador omnisciente brinda
la posibilidad de conocer al personaje de la madre y las reflexiones que la
invaden. De acuerdo a cómo está estructurado el cuento, bien podría tratarse de
una escena robada de la realidad contemporánea; a medida que avanzaba en su
lectura, me sentía espectadora de las diversas escenas relatadas.
Una vez más, la autora ha logrado desconcertarme con
el desenlace de El último muelle; el cuento presenta un final abierto (aunque
tierno) que invita al lector a volver sobre la historia para comprenderla mejor.
Resalto la ausencia del nombre de la protagonista del cuento como rasgo
distintivo que se repite también en Nada
que hacer y El rayo verde.
Por último, deseo destacar que la autora posiciona a
las mujeres como personajes protagonistas de sus cuentos. Ellas, con edades y posiciones
sociales distintas, vivenciando épocas y situaciones diferentes, atravesadas
por pensamientos y emociones personales, haciendo de su vida un camino único y
valiente que se vuelve historia que merece ser contada.
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