La ley de la vida
Alumna: García Visconti Victoria Pilar
Comisión: 07
Profesor: Castellano Santiago
Modalidad: Individual
Consigna: Leer "La ley de la vida" de Jack London, en la nota de lectura atender a cómo entra la historia de la caza del alce en la historia principal, para qué está ahí, y cómo utiliza el narrador a los objetos para construir el escenario.
La narrativa en cuestión abraza la complejidad que atesora el ciclo de la vida y la muerte como elementos protagónicos del relato. Jack London nos invita a adentrarnos aún más sobre este dilema que se sitúa sigilosamente en nuestras mentes sin que podamos resistirnos a ello. ¿Por qué hemos nacido? ¿Por qué debemos morir? ¿Qué valor posee nuestra delicada existencia en este mundo?
El autor nos concede una fuerte escenificación que acompaña al relato de principio a fin; el recurso del detalle y la descripción resulta acertado pues permite que el lector se envuelva aún más en la trama, posibilitando que el mismo se reconozca testigo de los hechos narrados. Bajo mi perspectiva, la ceguera del frágil anciano se sitúa como componente causante de la prolija puntualización que caracteriza a los actos, acciones y pensamientos que acoge el cuento en su totalidad.
El viejo Koskoosh, sujeto que personifica las tradiciones y creencias de su tribu, ha arribado al capítulo final de su historia. “Soy como una hoja del último invierno, apenas sujeta a la rama. Al primer soplo me desprenderé.” Espera pacientemente la muerte, aquel momento donde uno abandona esta realidad para tornarse inmortal, eterno. No le ahuyenta, no le tiene miedo, no desea vivir más de lo que la naturaleza le permita. La respeta, como también así a su radical finitud.
Conocía muy bien la ley de la vida, aquella que se acataba sin cuestionamiento alguno. La tierra había decidido el destino del hombre y este tan solo debía limitarse a aceptarlo. A todo ser vivo que atravesaba este mundo, le correspondía morir algún día; resultaba un precepto justo que nadie se atrevía a discutir. La vida de los individuos se hallaba dotada de un profundo y oculto propósito que no todos poseían el privilegio de comprender; cumplido o no, la muerte se aparecía para convencer al hombre de su mortalidad. La vida terrenal tenía fecha de caducidad en un plano desolado y abandonado.
La muerte nunca descansa, siempre se halla al acecho de una sensible victima que la naturaleza sitúa en su camino. Aguarda su inminente llegada, como los lobos hambrientos siguen de cerca las pisadas del viejo alce. Éste sabe que su día llegará, ya no puede seguir al rebaño como lo ha hecho antes y conoce el destino que le espera ante su soledad en el paisaje nevado. “Ya había terminado su misión en la vida desde hacía mucho tiempo, pero no por ello dejaba de amarla.”. Koskoosh se ve reflejado en el pobre animal, percibe el susurro la muerte y no se resiste a ella, no la confronta, sabe que perderá la batalla de cualquier forma pues así lo dispone la ley de la vida.
El viejo alce ha muerto y ahora Koskoosh también debe hacerlo. No hay otro remedio. Es la ley. Todos moriremos algún día.
“No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre”-Stefan Zweig
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